26 noviembre 2008

4º Domingo de Cuaresmo -A-

El Domingo pasado una mujer, una samaritana, nos hacía entender que si nuestra vida desea al Señor, ese deseo nos llevará a buscarlo para saciar nuestra Sed de Felicidad...

Hoy es un hombre ciego el que nos hace entender que si llegamos a encontrarnos con Jesús, ese encuentro hará que se cure nuestra ceguera y que sintamos la luz que Él nos quiere transmitir.

Siempre que hablemos de ciegos pensamos en la gente que no ve y nunca en nosostros...
¿Cuáles son nuestras cegueras? La indiferencia, la superficialidad, el pesimismo, la tristeza... en definitiva, toda esa oscuridad en la que a veces estamos inmersos...

La Biblia lo dice de otra manera:

" El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón."

Aquella persona que sólo mira la apariencia, el exterior, es ciega de verdad...

Hoy le pedimos al Señor "que vea", que cure nuestra ceguera y nos conceda:

1) Una Mirada transparente (que no trate de mentir u ocultar lo que siento de verdad ).

2) Una Mirada penetrante (que no se deje llevar por la apariencia sino que sepa mirar el corazón... la raíz...).

3) Una Mirada comprensiva (sin hacer prejuicio, poniéndome en la piel del otro).

4) Una Mirada compasiva (cargada de misericordia, con deseos de servir, acompañar y alentar...)

5) Una Mirada de Fe ( capaz de descubrir que es Dios quien pasea conmigo en la vida y me vuelve a dar la luz que ilumina cada paso...).

Descubramos hoy, más cercanos a la Semana Santa, que Aquél que padeció y murió por mí... sigue vivo e ilumina no sólo los ojos del cuerpo, sino mejor, los ojos del corazón y nos capacita para ver las cosas de otra manera...

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