Todos hemos pasado por momentos de desencanto, de desaliento, de tristeza y de hundimiento humano y espiritual...
Como los de Emaús, hoy sigue habiendo cantidad de personas que los imitan: se puede ver en un fin de semana o en un principio de vacaciones... (hambrientos de soledad, descanso, necesitados de evasión, de olvido...).
Emaús es hoy: el chalet, la playa, la tele, la discoteca, o el fútbol... o simplemente el sofá...
Y es que ante lo que nos rodea surge un desencanto porque esperábamos: cambios, renovación, un mundo nuevo y distinto...
Pero gracias a Dios, el Señor se nos acerca en la vida y se hace nuestro compañero de viaje...
Y hablamos con Él y le hablamos de crisis, de problemas, del paro, de la vivienda, de la moda... Hablamos mucho pero sin ilusión... buscando el morbo de las cosas...
En el fondo necesitamos aliento e ilusión, pero Jesús nos enseñará que hay que trabajar, luchar y sufrir... pero que la última palabra la tiene la ESPERANZA...
Aquel reencuentro con Jesús convirtió a los discípulos en Apóstoles... a los llamados en enviados, igual que nosotros para poder decir a todos los que dudan que Cristo vive; a todos los que sufren que Cristo ha resucitado y a todos los que buscan a Dios que Cristo les acompaña a su lado...
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