20 junio 2010

Domingo 26 T.O. -C

Aquella parábola que contó Jesús y que nos presenta a dos personas contrapuestas nos quiere advertir del peligro de poner toda nuestra vida en las riquezas...

La parábola nos invita a compartir y a convertirse de corazón.

Todos podemos ser con lo nuestro, mucho o poco, tan egoístas como el rico de la parábola.

Sólo nos sentimos pecadores cuando algo negativo nos pesa en la conciencia... los hay que se sienten buenos porque no son malvados, (no roban, no matan, no hacen mal a nadie...), pero olvidan algo importante y que nos lo enseña Jesús: El rico no molestó para nada a Lázaro, no arremetió contra él, ni le echó los perros... simplemente pasó de él, no le abrió su casa, ni su corazón, ni le alargó la mano... Fue indiferente.

Es bueno ser rico y ojalá todos lo fuéramos ( ricos en alegría, en tiempo, en optimismo, en fe, en dinero...), sí ... pero sin olvidar que todo eso ha de estar a disposición de todo aquel que lo necesite...

Jesús condena la riqueza en cuanto esta nos lleve a la autosuficiencia y al egoísmo, porque según Jesús... quien todo lo tiene, cree que todo lo puede y sin darse cuenta se convierte en sí mismo como en Dios, llegando a no necesitarlo ni a Él ni a los demás .

Seamos ricos... pero ricos en Amor, es la mejor y la mayor riqueza...

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