08 diciembre 2008

Domingo segundo Adviento (B)

La semana pasada comenzábamos el tiempo de Adviento con una actitud y fuerza que ha de encauzar nuestra vida: LA ESPERANZA.

Hoy, por medio de Juan el Bautista se nos invita a preparar el camino para la venida del Señor. Y hace esa invitación en el desierto… Es como si mirara nuestro mundo y viera en él los síntomas de una sociedad que vive mucho de la apariencia y de la vaciedad, un mundo donde se vive de una manera acelerada y donde la gente vive nerviosa, insatisfecha, preocupada.

Hemos construído un escaparate fascinante pero vacío por dentro…

Sabemos que la Esperanza es la que nos abre el camino, pero habrá que ponerse manos a la obra y “preparar” ese camino…

Preparar el camino es comenzar por fiarnos de Jesús… (La Fe)… esto lleva consigo un cambio (CONVERSIÓN), lo que provocará en nosotros una (Alegría) duradera y eterna… Una alegría que nos llevará a comunicarla a un mundo que necesita consuelo, cariño, generosidad, cercanía…

Hoy nos fijamos en Juan Bautista (uno de los personajes del Adviento) y no nos fijamos en su exterior, sino en su interior (como con los regalos, no en la envoltura sino en lo que contienen), no en su manera de vestir, comer o vivir, sino su mensaje.

Contamos pues con la fuerza de la Esperanza, pero es necesario un cambio en nosotros para que el Señor pueda nacer dentro de nosotros…

No olvidemos que “el pesebre de Jesús” no puede estar cubierto de cosas, sino limpio y preparado para Él… por eso hoy pedimos esa actitud interior de la verdadera Conversión…

Feliz Domingo con Jesús… Esperamos su venida… ¡Ven, Señor Jesús!

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