24 enero 2010

Domingo 2º de Cuaresma - C -


Seguimos nuestro camino cuaresmal, ya en su segunda etapa... y si el domingo pasado nos identificábamos con Jesús en sus tentaciones, hoy intentamos subir con Jesús a la montaña para orar y descubrir la profundidad del compromiso al que Él nos llama...


Jesús sabía en todo momento lo que le iba a ocurrir y como era su costumbre quiso prepararse de la única manera, de la mejor manera... REZANDO. Fue en la oración donde Jesús encontró siempre la fuerza para afrontar las dificultades, la luz para iluminar la tiniebla, el empuje que hizo que no se anclara a su voluntad, sino a la del Padre...


El Señor, a través de aquel episodio, nos quiere hacer entender que la oración nos fortalece y nos prepara para la lucha de la vida, que la oración nos pone delante de la propia realidad y nos limpia de vanidad y soberbia... , que la oración nos permite encajar mejor los golpes que nos dan los demás...


Para Jesús, la Oración no era una obligación, sino una necesidad... Y solemos tener necesidad de aquello que amamos y nos viene bien...


Solemos aceptar que ser cristiano significa llevar a cabo una moral y actuar de una manera concreta ( virtiudes, sacrificios...), pero solemos olvidar que todo eso no se puede sostener sin La Oración frecuente y constante... Necesitamos la oración para mantener la fe, la ilusión, la esperanza... pero sobre todo para encontrarnos y saber cuál es la Voluntad de Dios sobre nosotros... Sólo así, nuestra vida se "transfigurará ", se "transformará", se "glorificará"... a pesar de las dificultades...


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